Leer nos enriquece la vida. Con el libro volamos a otras épocas y a otros paisajes; aprendemos el mundo, vivimos la pasión o la melancolía. La palabra fomenta nuestra imaginación: leyendo inventamos lo que no vemos, nos hacemos creadores.
José Luis Sampedro

sábado, 19 de noviembre de 2011

Petita mostra de relats matemàtics

(Triángulo armónico, de Vicente Huidobro)


Us oferim una petita mostra de com poden anar de la mà matemàtiques i literatura amb la intenció que aquests escrits us inspirin per crear els vostres. Intentar-lo és, si més no, un repte divertit.

(Al 1947, l'escriptor francès Raymond Queneau va escriure un llibre molt curiós titulat Exercicis d'estil en el qual contava de 99 formes diferents una anècdota sense importància. Aquesta era la següent: un home puja a un autobús de la línia S parisina. Veu com un altre viatger, de físic i vestimenta molt particulars, increpa el seu veí perquè diu que li trepitja el peu cada cop que pugen i baixen viatgers. Més tard, el primer home es troba novament el viatger davant una estació. Aquest parla amb un tercer que li diu que hauria d'afegir un botó més al seu abric. Doncs, veieu com Quenau va explicar aquesta història anodina des d'un punt de vista relacionat amb les matemàtiques).

Versión geométrica:

En el paralelepípedo rectangular que se desplaza a lo largo de una línea recta de ecuación 84x+S=y, un homoide A que presenta un casquete esférico rodeado por dos sinusoides, sobre una parte cilíndrica de longitud 1>n, presenta un punto de intersección con un homoide trivial B. Demostrar que este punto de intersección es un punto de inflexión.

Si el homoide A encuentra un homoide homólogo C, entonces el punto de intersección es un disco de radio r<l. Determinar la altura b de este punto de  intersección en relación al eje vertical del homoide A.

Versión probabilísta:

Los contactos entre habitantes en una gran ciudad son tan numerosos que no deberíamos extrañarnos si se producen algunas veces fricciones entre ellos, generalmente sin gravedad. He podido asistir recientemente a uno de estos encuentros desprovistos de amenidad que tienen lugar por lo general en los vehículos destinados al transporte colectivo de la región parisina, en las horas de tráfico. No hay nada sorprendente, por otra parte, en lo que he visto, teniendo en cuenta que suelo viajar así. Ese día, el incidente fue de poca monta, pero sobre todo lo que me llamó la atención fue la apariencia y el atuendo de uno de los protagonistas de este drama minúsculo. Era un hombre aún joven, pero con el cuello de una longitud probablemente superior a la media, y cuya cinta del sombrero había sido sustituida por un galón trenzado. Cosa curiosa, lo volví a ver dos horas más tarde mientras escuchaba los consejos de orden indumentario que le daba un compañero con el que se paseaba de arriba abajo, y, con negligencia, diría.

Había en este asunto pocas posibilidades de que se produjese un tercer encuentro, y de hecho, desde aquel encuentro, no he vuelto a ver al joven, de acuerdo con las leyes razonables de la verosimilitud.

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El diablo de los números,
de Hans Magnus Enzensberger



Introducción
A Robert no le gustan las Matemáticas, como sucede a muchas personas, porque no las acaba de entender.
Pero una noche él sueña con un diablillo que pretende iniciarle en la ciencia de los números. Naturalmente, Robert piensa que es otra de sus frecuentes pesadillas, pero en realidad es el comienzo de un recorrido nuevo y apasionante a través del mundo de las Matemáticas.
¿No es extraño hallar siempre secuencias numéricas por la simple multiplicación de los unos:



1 x 1 = 1

11 x 11=121

111111 x 111111 = 12345654321

y así en adelante?
Y esto es sólo la operación más sencilla. Durante doce noches, Robert sueña sistemas numéricos cada vez más increíbles.
De pronto, los números cobran vida por sí mismos, una vida misteriosa que ni siquiera el diablo puede explicar del todo. Nunca las Matemáticas habían sido algo tan fascinante. Pronto, el diablo le hará abandonar los tópicos escolares y hará que acceda a niveles superiores: ¡y aun así los entiende!
Y el joven lector también. Los números, cada página que pasa, se van volviendo cada vez más absorbentes. Es como magia, y Robert quiere saber más y más hasta que, al fin, el diablo le hace comprender que algunos problemas y paradojas pertenecen a las altas esferas de la ciencia.

Si quieres seguir leyendo el libro ve a:

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Ese año en el colegio...., de Pedro Pablo Sacristán

Ese año en el colegio del barrio había nuevo profesor de matemáticas, y también unos cuantos niños nuevos. Y uno de estos niños nuevos era de lo más bruto que había visto nadie. Daba igual lo rápido o despacio que le explicasen las cosas de números, siempre terminaba diciendo alguna barbaridad: que si 2 y 2 son cinco, que si 7 por 3 eran 27, que si un triángulo tenía 30 ángulos...
Así que lo que antes era una de las clases más odiadas y aburridas, se terminó convirtiendo en una de las más divertidas. Animados por el nuevo profesor, los niños descubrían las burradas que decía el chico nuevo, y con un ejemplo y sin números, debían corregirle. Todos competían por ser los primeros en encontrar los fallos y pensar la forma más original de explicarlos, y para ello utilizaban cualquier cosa, ya fueran golosinas, cromos, naranjas o aviones de papel.
Al niño bruto parecía no molestarle nada de aquello, pero el pequeño Luisito estaba seguro de que tendría que llevar la tristeza por dentro, así que un día decidió seguir al niño bruto a su casa después del colegio y ver cuándo se ponía a llorar...
A la salida del cole, el niño caminó durante unos minutos, y al llegar a un pequeño parque, se quedó esperando un rato hasta que apareció... ¡el profesor nuevo! . Se acercó, le dio un beso, y se fueron caminando de la mano. En la distancia, Luisito podía oir que hablaban de matemáticas... ¡y el niño bruto se lo sabía todo, y mucho mejor que ninguno en la clase!
Luisito se sintió tan engañado que se dio una buena carrera hasta alcanzarlos, y se plantó delante de ellos muy enfadado. El niño bruto se puso muy nervioso, pero el maestro, comprendiendo lo que pasaba, explicó a Luisito que lo del niño bruto sólo era un truco para que todos los niños aprendieran más y mejor las matemáticas, y que lo hicieran de forma divertida. Su hijo estaba encantado de hacer de niño bruto, porque para hacerlo bien se lo tenía que aprender todo primero, y así las clases eran como un juego.
Por supuesto, al día siguiente el profesor explicó la historia al resto de los alumnos, pero éstos estaban tan encantados con su clase de matemáticas, que lo único que cambió a partir de entonces fue que todos empezaron a turnarse en el papel de "niño bruto".



 

jueves, 17 de noviembre de 2011

Novembre, el mes dels Difunts

Escriure un relat que es pugui contar a la vora del foc una Nit de Difunts qualsevol. Aquesta va ser la proposta que vam fer als alumnes del nostre institut. I la selecció de relats que podeu llegir a continuació són una mostra més que la mort, malgrat la por que ens inspira, és un tema que ens atrapa com un imant i capta tota la nostra atenció.

Nit de Difunts. Relats de 2ESO

El fantasma del primo Antoine, Biel Minobis

Todo empezó el día siguiente del fallecimiento de mi  primo Antoine, de Francia. Nos dieron la noticia cinco horas antes del entierro. Nos vestimos rápidamente y subimos al coche. El coche no arrancaba, y estuvimos media hora intentándolo hasta que al final se puso en marcha. Estuvimos dos horas en el coche hasta que llegamos al tanatorio. Allí estaban todos nuestros familiares sentados, y el entierro ya había empezado. Una vez acabado, los padres de Antoine, nuestro primo fallecido, nos invitaron a cenar a su casa.
Era una casa pequeña y muy oscura. Cenando, mi madre me tiró la copa de vino por encima. Fui al baño a cambiarme y a ducharme porque olía a vino. Todo el baño estaba empañado. Cuando estaba secándome, vi que había unas manos marcadas en el vaho del espejo. Me puse muy nervioso, pero seguí a lo mío. Cogí el secador, me giré y no estaban las huellas en el espejo. Empecé a secarme el pelo y observé unas manos marcadas en el cristal de la ducha. Me puse muy nervioso e intente salir corriendo, pero la puerta no se podía abrir y el pestillo no estaba echado. Intenté saltar por la ventana, pero tampoco se podía abrir. Estaba aterrorizado. No había cobertura en el baño, y no pude llamar a nadie y aunque chillaba muy fuerte nadie me oía. Vi la silueta de mi primo Antoine fallecido reflejada en el espejo: no nos llevábamos muy bien, porque cuando éramos jóvenes le robé a su chica... A partir de ese día, en las comidas familiares, ni nos mirábamos. Intenté abrir la puerta por segunda, tercera vez... pero seguía cerrada. Vi que el suelo estaba lleno de manchas de sangre, me miré la camisa y estaba llena de sangre.  Tenía un enorme corte en la barriga. Caí. Me levanté, miré el espejo y leí: Con cariño, Antoine.
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El contrabandista fantasma, de Aleix Pérez

Durante la Guerra Civil Española, la gente republicana huía de España para escapar de los nacionales, que, si los pillaban, los enviaban a la cárcel o los mataban.
Marcelo era un joven que escapaba. Tenía unos veinticinco años. Y os preguntaréis: ¿no tiene que estar en la guerra?  Por eso escapaba. No quería ir.
Con su grupo tenía pensado atravesar la frontera por los bosques de La Vajol, un pueblo casi fronterizo con Francia. Tenían que pasar de noche y tenían que ir sigilosamente.
El grupo de Marcelo llegó al pueblo. Preguntaron por el camino a un guía muy conocido. Les dijo:
-Sólo hay un camino. Por el bosque del contrabandista fantasma. Sólo se puede pasar por ahí. –Dijo el guía.
-¿Por qué se llama así?-preguntó un amigo de Marcelo.
-Es una historia muy terrorífica. Hace unos años, había un joven que quería hacer lo mismo que vosotros, y pasó por este bosque.  Por la noche (ese mismo día), se escuchó un  grito terrorífico muy, pero que muy fuerte. Al día siguiente fuimos a ver lo que había pasado. Sólo encontramos  mucha sangre, una cuerda y restos de ropa. Por eso cada noche a las tres de la madrugada se oye: ¡No! ¡No! ¡Por favor, no me mates! seis veces seguidas. Id con mucho cuidado, por favor.
-Lo haremos, señor.
Anocheció. Los chicos salieron rumbo al bosque. Eran las doce de la noche. Era la noche de los difuntos, pero a ellos les daba igual. Eran muy valientes.
Ya llevaban cinco minutos caminando, cuando oyeron una voz muy aterradora:
-Hola, chicos.
-¡Adiós, chicos!
Se oyeron unos gritos tan fuertes y terroríficos que resonaron por toda la zona.
Al día siguiente  el bosque estaba todo salpicado de sangre. Estaban esparcidos por todo el bosque los cuerpos de todo el grupo que intentó, pero no pudo, traspasar la frontera.
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Era la noche anterior... de Eric Quirante
Era la noche anterior a la de los difuntos: fría, oscura y tenebrosa. Un niño de 7 años y un metro y medio andaba solo por las calles de su pueblo camino a su casa. Allí, en la calle del Ajo número 13, le esperaban sus amigos para jugar al juego mas terrorifico y popular que existe en estos dias oscuros: la wija.

Al entrar en su casa él y sus amigos empezaron el juego, del que se ausentó un minuto para ir al baño. Mientras haíia sus necesidades un escalofrío le recorrió la espalda. Algo iba mal: no oía a sus amigos. Se subió de golpe la cremallera del pantalón, se abrochó el botón y corrió con todas sus fuerzas hasta el dormitorio. En él encontró a sus amigos aterrorizados en un rincón. Les pregunto qué habia pasado. Sin respuesta. Así una y otra vez. Finalmente un niño volvió en sí y dijo que un espirítu quería mutilarlos miembro a miembro.

El niño se lo planteó y se lo planteó, hasta que envalentonado gracias a que sus amigos y la niña que amaba estaban puestos a sus pies temblorosos, decidió terminar la partida él solo y hacer lo que se proponía. Al surgir el espíritu del tablero, el niño intentó retirarse, pero al ver a sus amigos llorando se volvió y empezó una corta conversación con el fantasma. Se dio la vuelta y dijo con una sonrisa, adiós. Al instante un objeto afilado, que era utilizado para robar las almas a la gente, atravesó el cuerpo del niño dejándolo inerte en el suelo, sin aire, sin respiración, solo silencio, un inmenso silencio, hasta que los niños se dieron cuenta de que el pacto con el espíritu era dar su alma por la de los demás.
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Noche de Difuntos, de Laura Urban
Me lo encontré allí, en el mismo sitio de siempre. Estaba parado, observando una lápida. Su boca articulaba unas palabras extrañas, parecía querer ocultarse. Era un tipo alto, mucho mayor que yo, vestía de negro y llevaba una capa.
Entonces fue cuando me acerqué para verle la cara pero él se percató de mi presencia. Tenía una mirada despiadada y empezó a perseguirme como un poseso. Eché a correr por entre medio de los matorrales, esquivando  los árboles del cementerio. Mi corazón parecía salirse del pecho. Eché la mirada hacia atrás en un rápido gesto. El sujeto parecía ya pisarme los talones. Entonces me salí del camino y cogí un atajo. Seguí corriendo un buen trecho y me di cuenta de que había atravesado el cementerio y de que lo había despistado. Me escondí en un matorral por si el hombre misterioso me veía. Oí un ruido y me asusté.
-      ¿Qué pasa? – oí de pronto
-      ¡Me han descubierto en el cementerio! – dijo jadeando el sujeto.
-      A ver… ¿Quién?
-      Un mocoso, trece años podría tener, corría como un condenado galgo.
-      ¿¡Has perdido a un niño?!
Resonó en todo el bosque.
-      ¿Y qué? – oí que decía el misterioso sujeto – sólo es un niño, no creo que entendiese nada.
Me estaba sujetando con la mano la boca para calmar la respiración para que no me oyesen. Estaba muy agitado, no sabía qué hacer. ¿Quiénes serían esos hombres? ¿Qué pretendían? Mi aventura nocturna me estaba saliendo cara.
-      Está bien…Está bien… - dijo el otro hombre – Volvamos al cementerio a acabar el trabajo.
Vi cómo se alejaban. Cuando sus siluetas estaban bastante lejos me atreví a salir del matorral. Estuve sopesando si volver a casa. En vista de que se alejaban cada vez más, mi curiosidad pudo conmigo y los seguí sigilosamente sin apenas darme cuenta de lo que hacía.
Los encontré delante de las tumbas haciendo extrañas invocaciones. Varias luces salían de las tumbas. Entonces pude ver bien al acompañante del sujeto. Era un hombre mayor, calvo, bajito y desgarbado. Mientras observaba me enganché mi rizado y pelirrojo pelo en una rama, ¡Qué situación más tonta! Los rizos de mi pelo me solían jugar esas malas pasadas.
Cada vez salían más luces de diferentes tumbas. No sabía si estaba asustado o asombrado. De pronto se oyeron los chirridos de las lápidas al desplazarse. Empezaban a agitarse. De ellas salieron muertos vivientes. ¡No me lo podía creer! ¡Qué miedo! Empezaron a temblarme las piernas y empecé a tener frío. Lo único que quería era salir por patas.
-      ¡Conquistaremos el mundo! – dijo el hombre misterioso.
Salí corriendo por el miedo que tenía y por las calles solo se veían muertos vivientes. Entonces desperté, todo empapado de sudor, en mi cama. Podría haber sido un sueño, o no…

Nit de Difunts. Relats de 3ESO

Noche de Difuntos, de Lídia Aísa


Zahara encendió la vela. Le esperaba una media hora antes de medianoche, aunque sabía que seguramente se retrasaría.
Al cabo de unos cinco minutos oyó unos golpes en la puerta de la choza. Se cubrió sus cabellos con la capucha oscura de su capa, y sin decir nada abrió la puerta. Al otro lado le esperaba una figura alta y ancha de hombros cubierta como ella con una capa oscura.
Avanzaron sigilosamente entre los árboles deshojados. Las capas rozaban en el suelo desigual produciendo un suave sonido escalofriante.
Estuvieron un rato caminando en silencio, sin mirarse, siguiendo un rumbo fijo que los dos conocían.
De pronto pararon, parecía que habían llegado a su destino. Zahara sacó de debajo de la capa una cruz con extraños símbolos célticos.
La alta figura se quitó la capucha y miró a Zahara con sus profundos y claros ojos verdes, le sonrió y la chica le respondió sin darse cuenta.
Al cabo de un instante, separaron la mirada y se centraron en lo que iban a hacer. Aquella era una noche muy especial, sabían que si perdían aquella oportunidad, no la volverían a tener hasta el cabo de un año. No podían perder tiempo, la chica vaciló y el chico le cogió el colgante y lo colocó en la roca cubierta por el musgo. Encajó a la perfección.
De golpe la cruz se iluminó levemente y se levantó un viento sobrenatural que movía los helechos y las ramas en todas direcciones, les enredaba el cabello y les hacía volar las capas a un lado y a otro. Sin embargo los chicos no se movieron ni un paso.
Entonces, en la roca, sin motivo aparente, se empezó a grabar una inscripción. En un instante, el viento cesó y todo quedó como si nada hubiera ocurrido.
Se acercaron a la roca que había sido convertida en tumba y leyeron la inscripción, Beyumas Aryan, 1614-1692. Lo habían conseguido. Era la única noche en la que podían invocar al espíritu del mago para consultarle sus dudas sobre lo que debían hacer.
Se cogieron de las manos y empezaron a recitar con voz monótona palabras olvidadas, de lenguaje antiguo, de un poder descomunal si sabían cómo decirlas.
El pelo se les erizó aunque a su alrededor no se notó cambio alguno. De repente una luz blanca les hirió los ojos y cayeron sin aliento en la hierba húmeda.
Sus cuerpos yacieron en la hierba cogidos de las manos. La visión que hubieran tenido de estar conscientes les hubiera herido los sentidos y el alma hasta matarlos, el espíritu lo sabía, y no deseaba a nadie lo que había más allá. No, les iba a dar la respuesta a través del pensamiento. Sabrían lo que necesitaban para escapar, pero no recordarían cómo lo había hecho.

Rosas y vengaza, de Clàudia Cobos Caballero
“Los mismos pensamientos…  los mismos recuerdos… los mismos sentimientos me persiguen cada noche. Incluso después de la muerte. Primero amor… luego frustración y dolor, y más tarde odio. Un odio que llega a lo más profundo del corazón y lo pudre por completo. Acabas aprendiendo a no derrochar lágrimas por aquella persona que te ha hecho tanto daño, pues sabes que no vale la pena y la tristeza  acumulada se convierte en rabia, una rabia que de alguna manera tiene que salir porque si no, te destruye por completo. Y de esta rabia nace la venganza.”
Lo último que recuerdo de aquella noche son sus manos ensangrentadas y el odio de su mirada fijada en mí.
El dolor es tan grande que no lo puedo soportar más. Necesito enfrentarme a esos miedos y por ello voy al único sitio donde los recuerdos y las emociones son más fuertes. Donde solíamos ir para estar tranquilos y donde se encuentra mi cuerpo, o lo que queda de él. Deambulo durante horas hasta que llego a mi objetivo.
Ante mí se elevan las puertas retorcidas de hierro oxidado del cementerio.
Antes de entrar vacilo un poco y, a pesar de la oscuridad, recuerdo dónde está cada una de las lápidas y nichos.
Camino por todo el cementerio parándome en cada uno de los sitios donde solíamos estar. Donde nuestros besos quedaban sellados y las palabras se las llevaba el viento. Donde el silencio era tal que podíamos oír el latido de nuestro corazón. No puedo evitar las lágrimas al pensar en los momentos que pasamos juntos en aquel sitio. Es difícil olvidarlo, y más aún soportar el peso que conlleva este sentimiento.
Un ruido me hace volver a la realidad. Veo entre las sombras una figura humana. Un chico. Me dirijo hacia él a una distancia prudencial, pues olvido por completo que los humanos prácticamente no nos perciben. Lleva unas increíbles rosas rojas y va vestido completamente de negro. Camina lentamente. Gracias a la luz de la luna puedo reconocer el color de su pelo, negro como la tinta, y el de sus ojos, azules como el mar en invierno. Se me hiela la sangre y me paralizo por completo. Es él. Se dirige hacia mi lapida y deja las rosas encima de ella. Las mismas rosas que me regaló el día antes de matarme. Es mi oportunidad, la rabia acumulada durante todo un año quiere salir, pero no puedo hacerlo. Lo veo allí, acurrucado ante mi lápida y con las rosas sobre la fría piedra. Una lágrima resbala por mi mejilla al mismo tiempo que me dejo llevar.
Cuando abro los ojos de nuevo veo su cuerpo inmóvil encima de mi tumba y mis manos cubiertas por su sangre.
Hay momentos en que la rabia es tan fuerte que se apodera por completo de ti, dejando actuar solamente el lado oscuro de tu corazón.”







Nit de difunts. Relats dels alumnes de 4ESO

Fa molt temps.... de Mariona Moliner

 Fa molts temps, quan jo tenia deu anys, una curiositat infinita i l’absoluta però errada certesa que tot és per sempre, vaig entaular amistat amb un vell nadiu australià. Tot el que la meva anciana ment em permet recordar ara és el seu curiós accent, algunes de les nostres converses i la ploma que sostenia la seva mà arrugada i trèmula, que acariciava lentament i elegant el paper d’una llibreta gastada.  
   Per aquella època m’havia fracturat la tíbia i el peroné intentant alçar el vol des del cim d’una olivera centenària. Desgraciadament, en aquella ocasió la gravetat va guanyar la partida.  Encara sóc capaç de sentir el turment d’aquell infern que vaig haver de passar: el repòs. Va ser en aquell moment que vaig comprendre que el meu cos rebutjava completament i inapel·lable el descans. Em passava hores senceres observant a través del vidre de la meva claustrofòbica habitació, delint-me per sortir al carrer i moure’m lliurement, sense sentir el pes incessant del guix.
   Una d’aquelles tardes gèlides d’octubre, en les quals comptava els minuts restants per alliberar-me de l’etern repòs, un ancià de barba canosa i cabell escàs, que no havia vist mai pels carrers del meu poble, s’assegué al banc de la vorera del davant, fent cas omís de les ràfegues de vent que jugaven amb la seva bufanda grisa. Jo, acostumat tan sols al moviment de les fulles d’arbres perennes, vaig prestar tota la meva atenció als gestos de l’estrany.
   Mantenia la mirada fixa en un punt indeterminat que no entrava en el meu camp de visió, i es va quedar així durant trenta minuts o més. Començava a preocupar-me que el pobre home hagués perdut la mobilitat a causa del fred, però un petit canvi de posició desmentí la meva conclusió. Vaig seguir amb els ulls la seva mà enguantada, que s’introduïa per una escletxa de l’abric i en sortia instants després amb una petita llibreta. Tot seguit, va agafar un bolígraf i escrigué quelcom. Després, la va tancar amb brusquedat, la desà novament i s’alçà. Tal i com havia aparegut ‒de sobte, discretament, sense motiu aparent‒ va esfumar-se carrer avall.
   Aquesta escena es va repetir durant dies, sempre a la mateixa hora, amb els mateixos moviments. Resultava una distracció notable, si bé també era anòmal i un pèl preocupant. Però jo era massa petit i ingenu encara per alterar-me.
   El setè dia, preveient l’arribada de l’ancià, vaig decidir baixar al carrer a rebre’l, infringint així les condicions que el metge m’havia imposat. Ben abrigat, vaig seure al banc i vaig restar allí uns quants minuts. Tal i com m’havia imaginat, el desconegut va ser puntual i es va asseure al meu costat. El silenci que prosseguí em va sorprendre quasi tant com la seva indiferència cap a mi. És que no s’adonava que em tenia al costat?
   ‒ Hola ‒vaig començar, però va continuar sumit en el desinterès. Va agafar la seva llibreta i hi va escriure amb una ploma‒. Què escriu, senyor?
   Com si no hagués sentit la meva veu, no es va aturar d’immediat. Seguí concentrat i, finalment, la va tancar. Vaig sentir el seu sospir rugós i nostàlgic; semblava que li costava respirar.
   ‒ La meva vida. Escric la meva vida ‒contestà.
   ‒ I això per què?
   Va fer una pausa, en la qual el xiulet del vent era l’únic que omplia el silenci. Jo, expectant, esperava la seva resposta.
   ‒ Per no oblidar-la.
   ‒ I per quin motiu l’escriu assegut en aquest banc? ‒m’encuriosí. Era realment un home rar.
   Va fer un parèntesi encara més llarg que l’anterior i després, amb la veu aspra, respongué:
   ‒ Perquè va ser aquí on vaig morir...

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Fernando, el tonto, de Bernat Cabrera

Todos me consideran tonto. Mis papás siempre dicen, "Este hijo nuestro, de listo no tiene un pelo". Y no les odio. Por algo son mis papás.
Cuando iba al colegio, todos se reían de mí. Me tenían aparte como si oliera mal. Como si apestase. Y siempre cantaban: "Fernando es tonto. Tonto de Fernando. No sabe escribir ni leer. Ni leer ni escribir. Tonto de Fernando. ¿Para qué vienes al cole, si eres tan tonto?" Siempre lo mismo. Día tras día, semana tras semana... Era verdad. Yo nunca supe escribir bien. Ni recitar en voz alta. Pero el dibujo sí que se me daba bien. Bastante bien se me daba el dibujo. A veces, cuando un compañero de clase me llamaba tonto, yo por dentro, pero que muy dentro de mí, lo odiaba. Este compañero tenía un cachorrito que le habían regalado sus papás por su cumpleaños, y como yo lo odiaba tanto, cogía un folio en blanco y con un rotulador de punta gorda dibujaba al cachorro. Lo dibujaba muerto bajo las ruedas de un coche. Muerto, muerto. Aplastado. Al poco veía llorar a este compañero de clase. Al cabo de unos tres días más o menos. La profesora lo tuvo que consolar. Acababa de enterarse de que su perrito había muerto esa misma mañana. Qué pena. Y yo me dije, qué bien, lo había dibujado muerto, y ahora el animalito estaba muerto. Hay que ver qué dibujo más lindo. Tenía una prima unos cuantos años mayor que yo. Siempre que venía de visita, se burlaba de lo tonto que soy. Y mis tíos, sus papás, nunca le decían nada. Nada de "No le digas a Fernando lo tonto que es, Casilda. Pórtate bien con tu primo". Es más, hasta sonreían cuando ella me tomaba el pelo. Y mis papás, a los que nunca he odiado ni odiaré, porque son mis papás, se lo tomaban con humor porque ya sabían que yo jamás iba a escribir un libro de lo tonto que soy. Ni iba a aprobar un examen. Pero aunque a mis papás no les molestaba que mi prima dejara ver lo tonto que soy, a mí si que me fastidiaba. Mucho. Y de tanto tomarla conmigo, la fui odiando. Un odio cada vez más fuerte. Y un fin de semana que ella y sus papás nos vinieron a visitar, cogí otro folio en blanco y con trazos muy gordos dibujé a mi prima en la cama de un hospital con cara de muerta. Pálida y con los labios morados. A los pocos días, mamá le dijo a papá que Casilda estaba ingresada en una clínica, que le habían detectado un cáncer incurable y que iba a morir pronto. Qué pena. Y aunque mis papás creían que yo no estaba escuchando lo que decían, me enteré de todo. De nuevo me dije, qué bien dibujas. Has dibujado a la prima con cara de muerta, y muerta va a estar. Qué pena.

Yo era tonto, pero sabía dibujar.

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Frío, de Juan Ignacio Zatt

Se dice que Soledad Ribero (14/05/125-2/11/156) era hija de un carpintero (Enrique Ribero) y de su esposa (Dolores Ramires). A los 14 años se convirtió en monja. Prometió por su vida que se estudiaría cada uno de los santos existentes, ya que creía que si se estudiaba cada uno de ellos se libraría del pecado original.

2 de noviembre de 156:


            A los 31 años de vida cayó enferma a consecuencia de la peste negra. Antes de morir recordó el grave error que había cometido.

31 de octubre de 1856

         Rodolfo Waschem (religioso de 20 años) encontró en una ermita en la cima del monte Restro una caja de madera de roble tallada. En el frente ponía “Soledad”. Dentro, un antiguo testamento, un diario personal y un bloc con 363 papeles, cada uno con un santo, su fecha de nacimiento y fallecimiento y el motivo por que lo era. La noticia corrió por todos los diarios del mundo. Cada uno daba diferentes versiones de la historia; se manipulaba la información, como siempre.
           
            El Papa, conmocionado por la situción, decidió investigar sobre el asunto. Es increíble cómo la iglesia tenía todo registrado. Soledad Ribero murió por culpa de la peste negra, en el siglo I. Conocida por la hazaña que había hecho, el Papa puso una nueva fecha en el calendario católico.
           
            El 2 de noviembre fue clasificado como el Día de los Difuntos.

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La Noche de los Difuntos, de Olga Prat

Falta poco más de una semana para celebrar la castañada. En casa siempre hemos celebrado mucha esa noche. El año pasado tuvimos la visita de la hermana de mi abuela, que vino por la tarde, nos ayudó a coger las castañas y se quedó a cenar y a dormir con nosotros.
Fue una gran suerte que viniera porque nos lo pasamos genial. Después de cenar, como cada año, nos sentamos delante del fuego a esperar que el calor y el vapor terminaran de cocer las castañas. Mi padre nos sirvió un vaso de moscatel y mi tía nos contó una historia que hasta entonces no conocíamos. Nuestra casa era la casa de los abuelos, la casa donde crecieron mi abuela y sus hermanas, pues resulta que cuando eran niñas, vivieron una misteriosa experiencia. La vivienda, una vieja casa de campesinos con muchas dependencias tenía una sala que se usaba como bodega. Allí guardaban los barriles de vino y con el que se echaba a perder elaboraban el vinagre. Es allí donde sucedieron los extraños episodios que nos contó nuestra tía. Se ve que mi tía, barriendo, se dio cuenta de que las gotas de vino que goteaban del grifo habían manchado el suelo, y curiosamente dibujaban un rostro. Mi tía no le dio ninguna importancia, pero cuando intentó limpiarlo se dio cuenta de que era imposible, de que las manchas de vino habían penetrado en las baldosas de arcilla. Se lo comentó a una vieja campesina vecina de la casa, y ésta un día fue a ver las extrañas manchas. Al observarlas se sintió como si hubiera visto al diablo y salió corriendo de la bodega. Mientras se iba a paso ligero a casa mi tía le preguntó por qué se había asustado tanto, y la vecina le contestó que era el rastro de su difunto esposo, que había muerto hacía muchos años ahogado en el pozo. Mi tía no se creyó ni una palabra, pero por si acaso estaba dispuesta a quitar esa dichosa mancha de vino. Así que se dirigió a la tienda del pueblo a comprar una botella de salfumán. El tendero del pueblo le dijo que no le quedaban, que hacía un momento que había vendido la última. De manera que tuvo que volver a casa con las manos vacías. A la mañana siguiente oyeron la llegada de varios coches a casa de la vecina, y al poco rato supieron que esa misma noche la mujer se había tomado entera la botella de salfumán que ella misma había ido a comprar el día anterior. Pero lo mejor es que la mancha desapareció, a pesar de que nunca llegara a limpiarse con el salfumán.

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Era el primer otoño...  de Isabel Camarasa

Era el primer otoño que Max sentía frío, no frío físico, sino frío en el corazón.
Su abuela había fallecido el mes anterior y a sus padres no se les había ocurrido mejor idea que mudarse a la casa que les había dejado como herencia, ya que era mucho más grande.
Max estaba solo en su nueva casa recordando las frías tardes de invierno, cuando salía del colegio e iba camino a la casa de su abuela con las mejillas enrojecidas por viento cortante, envuelto en una bufanda que le tapaba casi toda la cara, con su mochila roja colgada a la espalda. Tan sólo poner un pie en casa de su abuelita sentía protección, calidez y un tremendo olor a castañas. Su abuela estaba sentada delante del fuego. Al verle entrar, le sonreía y daba unas palmaditas a la silla que tenía a su lado, invitándole a sentarse. Luego le ofrecía unas castañas recién salidas del fuego y así pasaban la tarde, abuela y nieto sentados contemplando cómo bailaba el mar de olas rojizas y amarillentas que tenían delante mientras la abuelita relataba historias de su pasado. Sin embargo, aquella casa que tan acogedora le había parecido, ahora sólo le hacía sentir un frío distante y esquivo.
Max no podía más. Los recuerdos de su abuela martilleaban su cabeza sin cesar. Desesperado, decidió buscar un rinconcito en el que no lo invadieran. Recorrió toda la primera planta sin resultado alguno, así que decidió subir a la segunda. Nunca había estado allí. Su abuela siempre apagaba su curiosidad por saber qué había en el piso de arriba con alguna historia de terror que ahora comprendía que no tenía la menor credibilidad. Subió poco a poco las escaleras de madera vieja, rezando a cada paso que los frágiles escalones cumplieran con su labor. Arriba todo estaba oscuro. Había una bombilla colgando del techo, pero a juzgar por el aspecto de los cables no debía funcionar. Max avanzó en la penumbra y de repente se topó con algo, un viejo piano. Su abuela nunca le había hablado de su existencia. Se preguntó por qué estaba allí, quizás alguien de su familia lo sabía tocar, aparte de él. Tal vez su abuela. Max lo examinó cuidadosamente. “Debe de estar muy desafinado, si es que suena. Además seguro que tiene un par de cuerdas rotas y con el polvo, los martillos no deben funcionar.”-Pensó. Apartó una sábana blanca que cubría la banqueta y se sentó. Una nube de polvo se formó al abrir la tapa. Max pasó el dedo suavemente por las teclas. Era increíble. Tenían todas una ligera deformación con la forma de los dedos. Quien fuese el pianista, pasaba horas y horas tocando. En el atril había algunas viejas partituras. La mayoría estudios de técnica y velocidad. La última de todas, no obstant, llamó la atención de Max. Donde se solía escribir el tempo, estaba escrito: “Una canción que no está escrita con tinta, sino con sentimientos.” Max la colocó en el atril y empezó una lectura a vista. Posó sus dedos sobre el teclado y con el dedo índice tocó la primera nota de la melodía. Al instante oyó unos susurros ininteligibles y una especie de corriente eléctrica le recorrió el cuerpo. Apartó la mano de golpe. No entendía lo que acababa de suceder. Intentó serenarse. Serían imaginaciones suyas. Respiró hondo y volvió a tocar. Los susurros reaparecieron. Pero esta vez Max siguió tocando. El latido acelerado de su corazón le hacía perder el ritmo y cada vez los susurros se hacían más confusos. Entonces una voz en su interior le dijo: “No escuches lo que digan. Tú solo preocúpate de hacer de esta partitura las más bella obra de arte.”. Hizo caso a aquel sabio consejo y poco a poco, la melodía cobró vida. Cuanto mejor tocaba, más nítida se volvía la voz. Parecía la de una mujer. Lo único que consiguió captar fue: “El tiempo vuela, la música lo para. La respuesta a todo, está atrapada en ella. Búscala.” La melodía acabó. Max estaba perplejo. Presa del miedo, cerró la tapa del piano como si quisiera sepultar allí todos los susurros y bajó apresuradamente al salón. Una vez allí, se sentó en el sofá e intentó hacer como si nada hubiese sucedido. Se preguntó cuándo llegarían sus padres. Al mirar el reloj se quedó perplejo: las agujas giraban al revés. Max reflexionó sobre las palabras de la mujer del piano. Se armó de valor y volvió a subir. Esta vez, estaba dispuesto a interpretar la melodía a la perfección. Sintió los nervios propios de antes de subir al escenario, los dedos sudados, el silencio sepulcral en la sala, la expectación del público, porque aunque en este caso era inexistente, tenía la sensación de que tocaba para alguien. Rompió el silencio con la primera nota, y la melodía empezó a fluir. “Una canción tocada por mis dedos, pero dirigida por mi corazón y como diría el compositor, una canción no escrita con tinta sino con sentimientos.”.-Pensó.  La atmósfera cambia y la tímida voz sale a la luz para desvelar su historia.
“Tantos años callada, esperando encontrar al pianista que pueda interpretar a la perfección esta pieza... Y cuando dejé de buscar, él me encontró a mi, o eso creo. Quizá te preguntarás quién soy. No sé si lo sabías, Max, pero tu abuela tenía una hermana. Una hermana pequeña. Esa soy yo. Bien, ahora que nos conocemos mejor, prosigamos con la historia.
Yo era una niña de 5 años inocente, traviesa y curiosa. Un día, jugando con mi hermana descubrí este lugar. Encontré la misma partitura que encontraste tú,  me sentí atraída por ella y empecé a tocar. Entonces, sentí una corriente eléctrica que me recorrió todo el cuerpo y una voz empezó a hablar. Me dijo que había tocado el piano prohibido y como castigo, todos los relojes irían marcha atrás hasta llegar a la Noche de los Difuntos. Si llegados a este punto no conseguía tocar la melodía a la perfección, perdería la vida. Cada día tocaba horas y horas, sin descanso para conseguirlo, pero por culpa de mis dedos demasiado pequeñitos no llegaba a tocar un pasaje de octavas. Así que a las doce de la noche del 1 de noviembre de 1908, morí y me convertí en la guardiana del piano prohibido. Faltan dos minutos para medianoche Max... y supongo que sabrás en qué día estamos. Así que concéntrate y acaba de tocar a la perfección, te va la vida en ello. Y recuerda, como tú dijiste, toca con el corazón".
Sólo faltaba la última nota pero una mancha de tinta la tapaba. La intuición de Max le decía que tocara la dominante, pero su cabeza sabía que era más lógica una cadencia auténtica, por tanto, acabada en tónica. Hizo caso al cerebro y tocó la tónica. La última nota había sonado despidiéndose de todas las demás. La suerte estaba echada. Había un silencio sepulcral.  A Max le temblaban las manos. De repente, volvió a sentir una corriente por todo el cuerpo y un susurro le dijo: “Te dije que tocaras con el corazón, no con la cabeza. La música es más sentimiento que no saber.”. Se le heló el cuerpo y en ese instante, supo que moriría, así que sin dudarlo aprovechó sus últimos segundos de vida para romper la partitura mortal ya que la música lo único que debería matar es la muerte. Y así murió Max, sonriendo por dar la vida por la cosa que más había amado, la música.


Relats dels alumnes de 1BAT

Primero de noviembre, de Anna Godoy

Recuerdo perfectamente esa tarde. Hice la merienda para el pequeño Isaac. Se comió la fruta muy rápido y, puesto que estuvo todo el día jugando conmigo, se durmió mientras veíamos juntos los dibujos animados en la televisión. Me aparté un poco de él y lo tapé con una manta. Era un día lluvioso, frío y gris y no teníamos calefacción en casa. Era una de esas casas viejas y grandes, con un jardín enorme, lleno de árboles y flores marchitas ya por el invierno. Me puse a hacer deberes y a estudiar porque tenía una semana muy ajetreada y quería adelantar todo lo que fuera posible. Cuando subía la escalera cayó la lámpara del comedor al suelo. Me sobresalté, pero no era la primera vez que pasaba, así que bajé, la puse bien e intenté no despertar a mi primo.
Había algo que me preocupaba, algo que me rondaba por la cabeza desde los seis años, cuando vinimos a vivir a esta casa. Nuestro vecino, Carlos, un viejo de 75 años, viudo y con dos hijos, que ya no viven en casa, nos vino a visitar el día que nos instalamos. Le enseñamos la casa y cuando nos quedamos él y yo a solas me contó una terrible historia. Se trataba de que muchos años antes había vivido allí una familia lque según él, era espeluznante. Vestían siempre todos sus miembros de negro y llevaban una rosa de color blanco en el pecho. Sucedieron cosas muy raras: incendios en alguna parte de la casa, desaparición del algún miembro de la familia, etc. Al cabo de dos años y medio abandonaron la casa y a elle fueron a vivir indígenas. El primero de ellos salió a los cinco minutos de haber entrado con la cara llena de sangre y las manos en la cabeza. El segundo no salió. Cuando entró el tercero, este salió con el segundo en brazos. Muerto. Carlos vio cómo unos cinco o seis indígenas se asomaban a ver la casa un día, pero salieron corriendo y gritando. Salió a hablar con ellos y le contaron que había gente, que eran los espíritus de la familia Heskid.
Siempre que oigo algún sonido u objeto que se mueve, cae o se rompe, me viene a la mente esa historia y el pálido rostro de Carlos junto a sus ojos helados y el pelo oscuro con pocas canas. Subí la escalera y comencé con los deberes de lengua española. Cuando terminé de hacer los ejercicios del libro de lectura me puse a leer un poco y fue entonces cuando sucedió. Oí a mi primo llorar a gritos, parecía desesperado, pero no le hice mucho caso y no me alarmé demasiado, ya que podía haber sido una simple pesadilla. Estaba en mitad de la escalera cuando vi una rosa de color blanco. Me apresuré a bajar y vi algo que se movía de color negro. Me puse a chillar, terriblemente horrorizada por lo que acababa de ver. Una cosa negra se llevó a mi primo. Me acordé de que era primero de noviembre y entonces lo entendí todo. El 1 de noviembre fue el día en que Carlos vio al tercer indígena con el segundo en brazos. No he vuelto a saber nada de Isaac.

 
Mandurikz, de Aitor Falcón

Cuentan que hace unos 130 años, llegó a Londres un charlatán malabarista, con gran carisma, sin duda, que atraía la atención de todos los niños.
Su largo y raído abrigo, sus apedazadas camisas, rotos pantalones y desaliñado aspecto, no impedían que la gente y en especial los niños se detuvieran a mirar sus espectáculos, que abarcaban malabares, mímica, música y otras disciplinas igualmente entretenidas.
Mientras realizaba un número en el que lanzaba gajos de mandarina al aire, y se los tragaba enteros, un niño que jugaba cerca le golpeó, provocando que se atragantara con el gajo, y muriera. En su última exhalación, juró vengarse de los niños por su atroz muerte.
Cuando el niño comió una mandarina, el alma del charlatán se metió en el último gajo, y quedó latente esperando el momento adecuado para despertar dentro del chico.
Cuando el muchacho cumplió veinte años, el alma enajenada del charlatán se apoderó del cuerpo del joven y decidió renombrarse como Mandurikz.
Desde entonces, oculto bajo su nuevo abrigo y su elegante chistera, Mandurikz aparecía en los días cercanos al 31 de octubre, fecha en que falleció, para seguir con sus espectáculos.
Si algún niño incauto se alejaba de sus padres, Mandurikz lo atraía con su encanto, y cuando lo tenía embaucado, le ofrecía un vaso de zumo de mandarina, a través del cual tomaba control de su cuerpo. Luego rasgaba la piel de una mandarina que atrapaba al niño en su interior. Por último, al devorar la mandarina contenedora del niño se apoderaba de su alma. Necesitaba seis cada año para seguir con vida, y con su interminable venganza.
Mandurikz, al ser un alma invasora tiene un tiempo de vida reducido de cuarenta años; por eso, cuando cumple 56 años, no se come las seis mandarinas, sino que reserva una, que ofrece a un chico especial, de 14 años, con gran imaginación, poco sociable. Una vez encontrado, le ofrece la mandarina contenedora de la última alma e incuba su personalidad en el chaval.
Cuando el joven cumple veinte años se convierte en Mandurikz, comenzando de nuevo el ciclo de venganza de esta alma corrupta, llevándose con él seis almas de inocentes niños cada año, en cualquier pueblo o ciudad del mundo. ¡Quién sabe si este año aparecerá a por la tuya...!

miércoles, 22 de junio de 2011

Lecturas para el verano

Llega el verano y el tiempo parece agrandarse como el fuelle de un acordeón. Así que es fácil encontrar un momento para dejar que los libros nos lleven de viaje sin necesidad de gastar demasiado. En nuestro instituto hemos querido conocer las preferencias lectoras de alumnos y profesores. Les hemos pedido que nos recomienden un libro y que nos animen a tomarlo entre las manos. El resultado lo encontraréis en los siguientes apartados de la sección Recomendaciones. Si os animáis, nos gustaría saber si habéis leído alguno y qué os ha parecido. Podéis comunicárnoslo a través de la sección Comentarios. Y si alguien se anima a escribir una reseña, un artículo de opinión, un comentario... bienvenido será. Contactad con nosotros y lo publicaremos.
Buen verano y a disfrutar.

Els alumnes de 1ESO recomanen...

Maya Fox, Sílvia Brena/ Iginio Straffi, Ed. Destino. Tema: Quan era nena, un psicòpata va matar el seu pare. Aquest home és un boig per la perfecció i també vol matar la Maya. Aquesta noia, pot comunicar-se amb els morts i així parla amb el seu pare que la guiarà en tot moment. No se sap com, però ella és una de les “escollides” que està lligada amb la profecia dels maies (per això ella es diu així), del 2012 sobre la fi del món. Té molta intriga i fa pensar, acaben de treure el tercer i si el voleu llegir, comenceu pel primer”. Abril Carrasco (1A ESO)

Coralina, Neil Gaiman, Roca Editorial. Parla d’una nena, que es canvia de casa.  Un dia va entrar per una porta on va anar a parar a un altre món, on hi eren els seus altres pares, però no eren com els de veritat, tenien botons als ulls i es comportaven d’ una manera estranya. Un altre dia va entrar per una altre porta on tot era fosc i de cop la Coraline va sentir unes veus de nens. I de sobte va veure unes criatures que no eren nens normals. Perquè l’ altre mare els hi havia tret la vida.  Hi per tornar a la seva casa amb els seus pares de veritat havia de buscar les quatre ànimes dels nens. Perquè és interessant, divertit, hi ha acció i intriga”. Jessica Moreno (1A ESO) Adrià Moreno (1C ESO).

Manolito Gafotas, Elvira Lindo, Ed. Alfaguara. Tracta d’un nen que es diu Manolito Gafotas. Té vuit anys i viu a Madrid, al barri de Carabanchel. Explica la seva petita vida i el que fa amb els seus amics.”Parla de la vida quotidiana dels nens i té molt d´humor. Fa molt de riure. Et diverteix molt. Te’l recomano. I, a més, hi ha tres llibres diferents sobre el mateix personatge”. Aleix Pérez (1A ESO).

En Massagran a Pagui Pagui, R. Folch i Camarasa, Casals S.A. Es de aventuras. “Es de risa”. Artur (1ª ESO).

L’amor et  torna rossa, Hortense Ullrich, Edebé. Trata d’una noia a la que un matí la mare la mana anar a comprar paper higiènic, i quan torna de camí a casa es trova un noi, que la va enamorar. Pasen els dies, quedaven cada dia, i la noia cada vegada s’enamorava més d’ell. Mentre més es coneixien més s’explicaven coses de la seva vida una a l’altre. “No és ni llarg ni curt. I està bastant bé per a les nenes. És força interesant, i té molta intriga”. Carolina Higueras (1A ESO).

Maya Fox: l’escollida. Silvia Brena i Iginio Straffi. Ed. Estrella Polar. Misteris, intrigues i molt  de terror.” M’ ha  agrada perquè tracta de temes de ficción”. Dana Suárez (1C ESO).

Las aventuras de Tom Sayer, Mark Twain. Ed. Castellnou. Trata sobre un chico llamado Tom que vive muchas aventuras y al final se encuentra otra ves con su mejor amigo. “Me ha agradado porque el chico llamado Tom  vive aventuras y me recordó que yo viví unas aventuras semejantes a esas con mi mejor amigo. También me inspira mucho para ir inventándome libros”. Gustavo Guevara (1A ESO).

Cuentos de miedo, AA.VV. Ed. Juventut. És un  recopilació d’històries de por.”A mi m’agraden les pel·lícules i les històries de por, per això he escollit aquest llibre”. Kevin Castro (1A ESO).

Si tu em dius vine ho deixo tot… Però digue’m vine. Albert Espinosa. Ed. Rosa dels Vents. Tracta sobre la vida d’un noi, els seus problemes, les seves tragèdies… Sobre com ha canviat la seva vida amb petites coses del dia a dia. “M’ha agradat perquè és únic. Amb aquest llibre he aprés moltes coses, sobre la vida o sobre què és realment la felicitat.  L’Albert Espinosa m’ha fet riure, pensar i plorar amb un sol llibre. I la sèrie de Polseres Vermelles està una mica inspirada en aquesta obra. Aquest llibre me’l vaig acabar en només 2 dies; una vegada el comences no pots parar! És molt interesant”. Llum Pérez (1A ESO).

El asesinato de la profesora de lengua, Jordi Sierra i Fabra. Ed. Anaya. Va de una profesora que quiere asesinar a un alumno de su clase porque no se esfuerzan en los estudios. El libro tiene su misterio”. Laura Urban (1C ESO). “És molt divertit”. Marc Gonçalves (1C ESO).És un llibre d’intriga i emoció”. Marcel Dufol (1A ESO). “Lo recomiendo porque es un libro de misterio”. Yaiza Jofre (1C ESO)

Taller de fantasia supertot. Josep Maria Benet i Jornet.Ed. Educaula. És un llibre d’ aventures que narra dos històries.  Totes dues estan explicades en format de teatre.”El recomano perquè és d’ aventures, es molt entretingut i divertit” Lluc Trayter (1C ESO). És molt divertit.  Són diàlegs, i a  classe hem pogut fer cadascun un personatge i això ha estat molt bé. Fins i tot volia que fos l’hora de català perquè llegiríem el llibre”. Manuela Silveira de Andrade Elhordoy (1C ESO).

Kim, Rudyard Kipling, Ed. Vicens Vives. Tracta de les aventures d’un lama i un nen que es diu Kim i es converteix en chela. Viuen unes divertides aventures pels pobles de l’ Índia. “El trovo molt divertit i interessant per a la nostra edat, perquè els protagonistes viuen aventures molt emocionants”. Marc González (1C ESO).

L’assassinat del professor de matemàtiques, Jordi Sierra, Ed. Barcanova. Són tres nens als que els hi van molt malament les matemàtiques i sempre suspenen. Però el seu profesor els hi don una altre opotunitat. Els hi diu que alguna persona el matarà i tindràn que trovar les pistes amagades fins que trobin el nom del seu assasssí. Només tenes fins les 6 de la tarda per trobar l’assassí del seu professor de matemàtiques. “El llibre m’ha agradat perquè és molt intrigant. Us recomano que el llegiu els que els que teniu problemes amb les matemàtiques perquè et fa veure que no són tan difícils si te les prens d’una manera positiva. Marta Gironella. (1A ESO).

Tretze minuts després de mitjanit, Jo Pestum, Ed. Bruño. Tracta d’un home, que es diu Lucas, era policia i es trasllada a una granja de cavalls en un petit poble d’Alemanya. Allà hi passen coses molt rares i aquest home intenta descobrir el que succeeix. És un llibre d'acció i d'intriga.  “ És un llibre interessant amb molta intriga i acció”.  Víctor Colomer (1A ESO).

La penya del clan Barça, Anònim. Has de descobrir casos molt estranys, com assassinats, robatoris, tràfic de drogues… i tot això ho fan nens de 10 o 13 anys. Són aficionats al futbol. Jordi Fàbregas (1A ESO).

El Jorobado y otros cuentos de las mil y una noches, Anònim, Ed. Vicens Vives. Són contes àrabs recopilats que tracten de diversos temes per reflexionar,  però amb animació i diversió. “Els contes són molt divertit; també m’ha agradat perquè t’ajuda a reflexionar”. Miller Robinson (1A ESO).  Té molta gràcia. Són diferents contes i hi ha molta aventuraSihame El Onsri (1A ESO). .

Fairy Oak, Elisabetta Gnone. Ed. Destino. Parla de dos germanes que van néixer el mateix dia ,es deien Vainella i Pervinca .Aquelles dos germanes concedien un desitg a cada nen o nena que neixia. El llibre m’ha agradat perquè és molt divertit , hi passen moltes històries molt inpressionants ». Miriam Sadik (1C ESO).

El món groc, Albert Espinosa, Ed. Plaza &Janés. Parla de malelties, de coses que passen als hospitals, de la vida, dels sentiments etc…” Explica coses que han passat a la vida real. Aquest llibre és molt realista”. Noemía Martí.

En globo por el Sáhara, Paul Granger, E. Timun Mas. No puc dir de què tracta ja que pots triar tu mateix com continuar, i triar el teu final.  Tu et montes la pel·lícula. “M’ha agradat perquè el final que m’ha sortit ha sigut divertit. És d'intriga i molt divertit. El recomano a tothom (crec que us pot agradar)”. Pau Bossa (1A ESO).

Viatge al país dels lacets, Sebastià Sorribas, La galera. És un llibre molt interessant d’uns joves de l’edat antiga. Van passant anys y aprenen moltes coses.”És molt interessant, entretingut  i divertit”. Obayda Issarti i José Hoyos (1C ESO).

Viatge d’anada i tornada, Gerard Piqué Berenabeu, Edicions 62. Parla de la vida d’un jugador de futbol. “Parla sobre el meu jugador preferit, explica anècdotes que mai havia sentit, explica les victòries que ha tingut amb el Manchester i el Barça (més del Barça). La vista des del camp, les sensacions...”. Anna Sargatal (1C ESO).

GhostGirl, Tonya Hurley, Estrella Polar. Una noia anomenada Charlotte Usher mort menjant un “osito de gominola” al seu institut. Ara haurà d' anar a l’institut dels morts i fer feines determinades que li manen.”M'ha agradat perquè és d' intriga”. Orianne Lobel (1A ESO).

Leo Messi. El tesoro del Barça, Toni Frieiros, Sports S B. Llibre biogràfic del jugador del FC Barcelona Lionel Messi escrit pel periodista del diari SPORT Toni Friera. Repassa des dels inicis del jugador en la seva Rosario natal fins la seva arribada a la fama amb el FC Barcelona. “M’ha agradat perquè parla del meu jugador favorit, que per a mi és un heroi en el FC BARCELONA. Tinc molts altres llibres sobre ell, però aquest és el més impressionant”.Adrián López (1C ESO).